
Autoestima saludable
Autoestima
La autoestima es una parte esencial de nuestro bienestar psicológico. Desde que somos pequeños, las personas importantes en nuestra vida nos transmiten mensajes que van moldeando cómo nos vemos y cómo construimos nuestra identidad. Estas palabras o actitudes pueden fortalecer o debilitar nuestra percepción personal, dejando una huella profunda en nuestra valoración propia.
Camino hacia el amor propio
Desarrollar una autoestima saludable es un proceso que toma tiempo y demanda dedicación y autoexploración. No se trata de un recorrido fácil ni directo. Implica ser paciente con uno mismo, cultivar la autocompasión y mantenerse constante. Es necesario abrirse a descubrir quiénes somos realmente y aprender a abrazar nuestras imperfecciones.
Herramientas para fortalecer tu autoestima
Hay muchas formas de fortalecer tu autoestima y promover un cambio positivo en tu vida:
-
Comienza por practicar la autocompasión, es decir, tratarte con ternura y empatía en lugar de criticarte duramente.
-
Reconoce tus avances y valora tus logros, incluso aquellos que parezcan pequeños.
-
Plantéate objetivos que puedas alcanzar paso a paso, con realismo y constancia.
-
Desarrolla una actitud de gratitud, enfocándote en lo bueno que hay en tu vida y en tus cualidades personales.
-
También es importante rodearte de personas que te nutran emocionalmente, te inspiren y te impulsen a crecer.
​
Recuerda que para tener una autoestima saludable es necesario trabajar en tu autoconocimiento.
Mi ansiedad
La ansiedad es una sensación de inquietud que surge ante la expectativa de algo que aún no ha ocurrido. Es como proyectarse al futuro imaginando escenarios negativos y atemorizantes. Esa sensación pesimista que te convence de que esa presentación en la que tanto te esforzaste va a salir mal, y que todos te van a juzgar y criticar duramente. Es una vivencia emocional intensa, abrumadora y desbordante, marcada por una constante percepción de amenaza o peligro. Puede manifestarse a través de distintos síntomas físicos como temblores, tensión muscular, cefaleas, sudoración excesiva, sequedad en la boca, así como un aumento en la frecuencia cardíaca y en la respiración.
​
La ansiedad cumple un propósito adaptativo: activar al organismo, mantenerlo en estado de alerta y preparado para responder ante posibles peligros o situaciones amenazantes, ayudando así a prevenir o reducir sus efectos. Está estrechamente relacionada con la sensación de amenaza y con la preparación para reaccionar frente a ella. Nos impulsa a actuar de manera adecuada según el tipo de riesgo, ya sea huyendo, enfrentándolo, defendiéndonos o ajustándonos a las circunstancias (Burns, 2009).
¿Qué hacer para transformar mi ansiedad?
1.Organiza tu vida, eso traerá paz y tranquilidad en tu vida.
2.Expresate hablando o escribiendo, esta es una forma de vaciar nuestros pensamientos.
3.Practica mindfulness, esto te permite concentrarte en el aquí y el ahora, que es lo único que es real. Puedes ponerlo en práctica con cosas muy sencillas como: sentir el agua recorrer por tus manos, observar las cosas que hay a tu alrededor, escuchar sonidos de la naturaleza.
4.Conectar con la naturaleza, esto ayuda mucho a relajarnos y estimula a tu crerebro a focalizarse en el presente.
5.Actividad física, como endorfinas, dopamina, serotonina y norepinefrina, que mejoran el estado de ánimo, elevan la sensación de bienestar.
​
​
​Cuando comiences a incorporar estas rutinas, actividades o hábitos a tu vida, verás que todo mejorará.
